ENTRENAMIENTO/ EDUCACIÓN
ocasiones a la que se tiene que realizar en el
entorno táctico civil.
En nuestro país esta andadura acaba de
iniciarse a nivel institucional si bien, comenzó
hace unos años a través de formaciones real-izadas
por empresas privadas y por instructo-res,
la mayoría militares, con diferentes niveles
de conocimientos sobre la idiosincrasia de las
operaciones policiales convencionales y “tác-ticas”.
Haciendo referencia a la selección de
instructores tanto en medicina táctica como
en medicina de combate, se ha apreciado lo
que muchos consideran una involución. En
el caso particular del TCCC, cuándo en los
inicios se exigía que los instructores hubiesen
superado formaciones de First Responder y
PHTLS como requisitos mínimos, además de
demostrar experiencia militar o policial, al día
de hoy estos requisitos parecen ser que se
han vuelto más “laxos” ya que, en la mayoría
de las ocasiones, lo único necesario es reali-zar
el correspondiente curso de instructores
para acto seguido comenzar a impartir las
formaciones como “expertos” en la materia.
Esta corriente se observa cada vez más en
nuestro entorno, algo contrario al sentido
común que dicta que no es la opción más
adecuada cuando hablamos de enseñar a
evitar muertes, en especial la de los propios
compañeros sobre el terreno.
NUEVAS TENDENCIAS
Dando una vuelta de tuerca más, aparece
en el escenario lo que se conoce como “Res-cue
Task Force”.6 Esta nueva aproximación
consiste en un equipo o fuerza formado por
personal con formación sanitaria que entra
en zona caliente, tras aquel personal policial
que se encarga de eliminar la amenaza.
En nuestro país existe el referente del
Equipo de Respuesta y Rescate del Grupo de
Acción Rápida (G.A.R.) de la Guardia Civil.7
(Figura 2) Este equipo va progresando detrás
del equipo de entrada que asegura la zona y,
tiene como misión, el control de la hemorragia
masiva mediante torniquete, el manejo básico
de la vía aérea y, la extracción de las víctimas
a una zona segura para la clasificación y asis-tencia
por personal sanitario. Portan equipo
balístico como cascos, chalecos y escudos,
además de su armamento para que, en caso
de producirse un ataque, tener la posibilidad
de hacerla frente, pasando la asistencia sani-taria
a un segundo plano y centrándose úni-camente
18 JULIO/AGOSTO 2017 | EMSWORLD.com/Revista
en eliminar la amenaza.
Este concepto de “Rescue Task Force”
también está generando un gran debate en
nuestro país, pues parece existir una temerosa
tendencia de “empotrar” a personal sanitario
desarmado, tanto Técnicos en Emergencias,
Enfermeros o Médicos de los Servicios de
Emergencias extrahospitalarios, dentro de los
equipos policiales que entran en la zona cali-ente
donde hay presente una amenaza. Este
último punto es motivo de análisis y reflex-ión
si nos hacemos la pregunta de: ¿por qué
en una asistencia convencional en caso de
existir un malhechor o un peligro, el personal
sanitario no entra a llevar a cabo la asistencia
hasta que la amenaza o el peligro ha sido
eliminado por el personal especializado como
policía o bomberos y, en cambio, sí entra en un
entorno mucho más hostil como es el caso de
un atentado terrorista con amenaza elevada?
Como ven, el debate está servido.
LA REALIDAD
La experiencia sobre el terreno en los reci-entes
atentados terroristas acaecidos ya no
solo en Estados Unidos, sino en Europa y,
según el extracto de las conclusiones del
estudio llevado a cabo por los miembros
de la Brigada de Bomberos de París tras los
atentados de noviembre de 20158, queda
claro que en sucesos de estas característi-cas
el personal táctico policial desplazado
a la zona, tarda horas en asegurar la escena
para permitir que pueda acceder el personal
sanitario para la asistencia de las víctimas.
Aún con la orgánica del RAID, en la que se
contempla que un médico operativo de la
Unidad vaya empotrado con el equipo de
entrada, la mayoría de las víctimas mueren
en los primeros 10 minutos tras producirse
el incidente, cuándo y dónde todavía no hay
presente personal policial y/o asistencial. Por
todo ello es fundamental llevar a cabo cam-pañas
y proyectos para formar a los propios
ciudadanos como primeros intervinientes, en
el manejo de las causas de muerte evitable
en este tipo de incidentes, algo que se está
realizando gracias a las conclusiones del
Consenso Hartford y a programas como el
Stop the Bleed®9 del Colegio Americano de
Cirujanos o el First Care Provider® (FCP)10.
En nuestro país se ha iniciado el proyecto
“Evita una muerte, está en tus manos”, que
pretende integrar al mayor número de insti-tuciones
y organismos posible, que permita
(Figura 2)